LA NUEVA DROGA DEL SIGLO XXI
- Planteamiento y análisis de un conflicto social cada vez más extendido en España, por Nuria González Álvarez.
La ludopatía es la única adicción conductual recogida como patología en la OMS cuya diferencia con respecto a las más sonadas adicciones se centra en que no consiste en el consumo de alguna sustancia. Tras la legalización en España en 1977 del juego han surgido diferentes modalidades de este, pero no ha sido hasta la aprobación de la Ley de Ordenación de Juego (Ley 13/2011) que se han legalizado las apuestas online dando lugar a un importante incremento en los índices de juego patológico (Castilla et al., 2013). Entenderemos en el presente ensayo la ludopatía como aquel problema psicológico que limita el autocontrol de quien la padece, dando lugar a la dependencia emocional y la incapacidad de demorar el deseo de consumir. Hasta ahora esta patología se había asociado tan solo a personas adultas debido, entre otros motivos, a que establecimientos como los bingos, las ruletas, los juegos de casino o las apuestas deportivas requieren una licencia de carácter singular cuya principal condición es la prohibición del acceso a los menores de edad. Sin embargo, en la actualidad el límite entre la infancia y la madurez es difuso dando lugar a la manifestación por parte de los niños de conductas correspondientes a la adultez, pues tienen recursos económicos así como acceso a espacios reservados a individuos de mayor edad (García, 2010), a lo que se suma el fácil acceso que hasta ahora no habían tenido los menores a gran cantidad de aplicaciones de apuestas así como el incremento de las casas de apuestas en los barrios. Es por esto por lo que la falta de regulación de establecimientos como las casas de apuestas así como de las aplicaciones de apuestas online y su sencilla accesibilidad, entre otras, han provocado que España tenga la mayor tasa de ludópatas de Europa en jóvenes de entre 14 y 21 años, según datos recogidos por la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Dirección General de Ordenación del Juego, 2017). Asimismo, este ensayo defiende la necesidad de regulación de este estilo de práctica que cada vez está ocupando un mayor espacio en la ciudad. Con tal de argumentar esta tesis nos centraremos en teorías y evidencias empíricas de la bibliografía de la psicología clínica y educativa.
Son muchas las propuestas acerca del marco en el que se debería tratar la infancia, bajo diferentes discursos que varían continuamente debido al crecimiento de las ciudades así como el descenso actual de las tasas de natalidad (Poveda, 2008). Este último punto es clave en el tema que nos acontece, pues dichas cifras dan lugar a una importante invisibilidad de la infancia posicionando por encima de ella intereses de los adultos y con ello de las empresas. No obstante, los cuidados a los niños deben prevalecer pues son seres vulnerables que se encuentran en una continua búsqueda del lugar al que pretenden pertenecer. De hecho, en la etapa adolescente se produce un encuentro con la identidad y la sexualidad adquiriendo comportamientos más adultos (Derevensky et al., 2009). Pero pese a las continuas muestras adolescentes de querer convertirse rápidamente en adultos, siguen siendo niños o jóvenes que necesitan atención, mediación y protección mediante, entre otros aspectos, una transmisión del riesgo o las consecuencias negativas ante las que se pueden enfrentar si llevan a cabo determinados comportamientos (Carbonell y Montiel, 2016). La producción de dicha protección por parte de los adultos, requiere una concienciación social de aquellos posibles factores que pueden afectar negativamente a la infancia y hasta ahora no se habían contemplado dentro de las situaciones de riesgo para los niños, entre los que se encuentran las adicciones.
Si bien es cierto que todo adulto va a educar a los niños bajo un fin protector, para ello es necesario determinar los peligros ante los que estos se pueden encontrar, pues, por ejemplo, la adicción al juego es un riesgo que ha comenzado a fluctuar en la actualidad. Por lo que hasta años recientes el perfil de ludópata ha sido asociado al hombre de mediana edad con el objetivo de ganar o recuperar un dinero perdido. Sin embargo, hoy en día nos encontramos con perfiles más frecuentes de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, que cada vez dedican más horas al juego dejando de lado su realidad cotidiana (Castilla et al., 2013). El hecho de que se trata de una nueva práctica provoca que los adultos no estén lo suficientemente concienciados del nivel al que los menores pueden estar expuestos a ella. Además, es lógico pensar que los adultos consideren de mayor gravedad aquellas prácticas que les rodearon en su infancia, adolescencia y juventud. Es por esto por lo que la falta de control de este estilo de espacios se deba a la percepción que los adultos tienen del ambiente en el que van a actuar los niños y las niñas, y al considerar al niño como inocente y bondadoso (Poveda, 2008) en ningún momento se va a plantear que pueda acceder a prácticas destinadas para mayores de edad, o que en el caso de que comience a jugar llegue a caer en una adicción. De este modo, podemos apreciar la forma en la que se llega a producir la contradicción entre el discurso del niño como un ser autónomo y autosuficiente y aquel basado en la visión angelical de la infancia vulnerable, provocando en los adultos esa falsa ilusión de independencia de la que parecen gozar los menores. Una muestra de ello es el modo en el que tanto adultos como niños pueden disfrutar hoy en día de un aparato electrónico que 20 años atrás era empleado tan solo por los más mayores: los teléfonos móviles.
Navegar en la red es una actividad a la que cualquiera puede acceder y que, en ocasiones, requiere una regulación con el fin de que los niños se mantengan al margen de ciertas prácticas que no corresponden con su edad. Sin embargo, si incluso en establecimientos como las casas de apuestas se permite la entrada ilegal de menores de edad, es inimaginable la facilidad con la que podemos descargarnos una aplicación de juego online y acceder a ella con independencia de nuestra edad. Cabe destacar con respecto a este punto que a pesar de que cada vez sea mayor el número de establecimientos de apuestas deportivas, bingos o ruletas, que se suma a la falta de prácticas en la ciudad destinadas a los jóvenes adolescentes, el juego online provoca una mayor adicción que el desarrollado en espacios físicos. Además, los jugadores de internet se involucran con mayor frecuencia en todo tipo de juegos de azar que los que juegan desde establecimientos físicos (Brunelle et al., 2012). De este modo, quien lleva a cabo esta práctica entra en un bucle de recompensa rápida desencadenada por la sencilla obtención de dinero.
De hecho es así como las empresas involucradas en este sector se promocionan, mediante colores brillantes, llamativos y celebridades patrocinadoras siempre bajo el lema de "si no hay diversión, no hay juego". Así, continuamente estamos expuestos a anuncios de apuestas, de lotería, o de juego online que de manera subliminal se almacenan en nuestro inconsciente, pues la publicidad puede atraernos y convencernos de que podemos vivir de manera glamurosa fácilmente, sin que hayamos estado expuestos a este estilo de experiencias con anterioridad. Así pues, los hallazgos de los estudios que examinan el impacto de los anuncios de juegos de azar (Derevensky et al., 2009) demuestran que los adolescentes perciben entre los mensajes principales de dichos anuncios que el juego es emocionante, entretenido, divertido y que da lugar a un fácil acceso a la riqueza, el éxito y la felicidad. Además, pese a la falta de estudios que analicen el modo en el que la publicidad de este estilo ha producido que una persona padezca ludopatía, son otros (Ellickson et al., 2005) los que han llegado a demostrar datos relevantes y similares a través de la investigación en anuncios de alcohol y tabaco y su fuerte impacto en el mantenimiento de la marca de los productos promocionados. Además, los participantes del estudio que vieron de manera positiva los anuncios de juegos de apuestas tendieron a expresar su deseo de jugar y experimentaron posteriormente problemas relacionados con el juego. Por lo contrario, aquellas que no se sintieron atraídas por este estilo de publicidad no plantearon en sus planes de futuro introducirse en juegos de azar, aspecto que indica que la exposición a publicidad modifica nuestra conducta. En consecuencia, es necesario que la publicidad del juego y de las apuestas no se considere amparada en la libertad de empresa, al igual que ocurre con productos como el alcohol y el tabaco. Aunque, sin duda, también es imprescindible un diseño de programas de prevención y actuación en casos de adicciones, así como de formación a profesionales en este tema para configurar un marco de protección al menor que englobe lo mencionado a lo largo de este escrito.
El planteamiento de esta serie de protocolos se debe a que los niños llevan a cabo parte de su aprendizaje de manera incidental en la ciudad, sin instrucción directa recibida por parte de los adultos en temas en los que no consideran una necesidad de enseñanza por su parte (Poveda, 2008). Así, esta situación en la que se produce una falta de transmisión de conocimientos generales sobre las prácticas que se desarrollan en la ciudad puede dar lugar a un bajo autoconcepto familiar en el menor. Ello podría conllevar un uso disfuncional de internet bajo una escasa supervisión parental, conformando el perfil típico del jugador adolescente online (Carbonell y Montiel, 2016) que requerirá cierto tipo de atención e intervención. De tal modo, diferentes autores han planteado la necesidad de dirigir los mensajes de prevención a aquellos jóvenes que llevan a cabo comportamientos arriesgados online aplicando, a su vez, normas eficaces para reducir el número total de este estilo de conductas (Carbonell y Montiel, 2016).
En consecuencia, se llegaría a un diseño de políticas de prevención, de actuación y de
formación que parten de la base de la concienciación de la importancia de la salud mental,
especialmente en la infancia y adolescencia; así como de regulación de la accesibilidad y los
ataques continuos de publicidad de casas de apuestas, apuestas online y juegos de azar online.
BIBLIOGRAFÍA:
Brunelle, N., Leclerc, D., Cousineau, M., Dufour, M., Gendron, A., & Martin, I. (2012). Internet gambling, substance use, and delinquent behavior: An adolescent deviant behavior involvement pattern. Psychology of Addictive Behaviors, 26, 364-370. doi:10.1037/a0027079
Carbonell, E. y Montiel, I. (2016). Vulnerabilidad y riesgo en los adolescentes: perfil del jugador online. En E. Echeburúa (ed.), Abuso de Internet ¿antesala para la adicción al juego de azar online? (pp 169-190). Madrid: Pirámide.
Castilla, C., Berdullas, S., Vicente, A. & Villamarín, S. (2013). Apuestas online: el nuevo desafío del juego patológico. Infocop, 6, Boletín del Consejo General de la Psicología de España.
Derevensky, J., Sklar, A., Gupta, R. y Messerlian, C. (2009, abril). An Empirical Study Examining the Impact of Gambling Advertisements on Adolescent Gambling Attitudes and Behaviors. Springer Science & Business Media, 8, 21-34. doi: 10.1007/s11469-009-9211-7
Dirección General de Ordenación del Juego (2017). Informe anual: Datos del Mercado Español del Juego. Ministerio de Hacienda.
Ellickson, P. L., Collins, R. L., Hambarsoomians, K., & McCaffrey, D. F. (2005). Does alcohol advertising promote adolescent drinking? Results from a longitudinal assessment. Addiction, 100, 235-246. doi:10.1111/j.1360-0443.2005.00974.x
García, F. (2010). Internet en la vida de nuestros hijos. ¿Cómo transformar los riesgos en oportunidades? Navarra: Foro Generaciones Interactivas.
Poveda, D. (2008). Infancia Urbana: Una Introducción. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.
Wood, R., & Williams, R. (2011). A comparative profile of the Internet gambler:
Demographic characteristics, game play patterns, and problem gambling status. New
Media & Society, 13, 1123- 1141. doi:10.1177/ 1461444810397650